Es el último día de libros
y dolores de cabeza.
Hoy desempolvo mi aparcada
libreta de poemas
y engraso las anillas
de las páginas en blanco
que están por llegar.
Hago planes para las vacaciones
y me dibujo islas desiertas
y días ociosos.
De reojo, el último repaso.
Resulta imposible concentrarse así.
Afuera, donde hay vida,
el cielo es un bistró
con menú de nubles blancas
y tormentas de verano,
las parejas se aman con locura
a ciegas y con plena confianza,
y el fútbol es una fiesta
imposible de detener.