La vida no está en la red. Ni lo estará nunca, por mucho que nos empeñemos. La velocidad de los acontencimientos ha superado, de nuevo, a la de mi banda ancha y me resulta francamente difícil entrar en pormenores de las ruedas cambiadas, los ascensos a segunda B, las bienvenidas y las despedidas sufridas en los últimos días.
Y tampoco es que tenga ganas de narrarlo.
viernes, 25 de junio de 2010
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