martes, 27 de octubre de 2009

Bailé

Es ese momento de llanto
para dejar de soñar.
Empezamos a creer.

Menudos crédulos,
hijos de puta,
que bebemos más alcohol,
(mucho más alcohol del que
nuestros padres tolerarían),
y nos enorgullecemos
de nuestras fobias y manías.

Son esas tantas y media de la mañana
en que comprendimos que íbamos
a cumplir casi veinte años.

Ese momento en que agacho la cabeza
y me lamento en voz alta
por ese tic de no gritarte a la cara.

Y yo recuerdo sangre y pitillos
al mediodía,
con adioses por la mañana.

Y yo recuerdo tu cara soñando
en la cuatro catorce
con el "no molesten" por bandera.

Es ese momento en que recordarte
el presente que nos aguarda
sería joder esta fiesta de pasado.

Es ese momento en que, ¡oiga!,
le conviene echarse un novio
a su medida.

Yo bailé,
supongo que yo bailé...

Eso sí, tengo una especie
de selectiva enfermedad,
que nunca recordará,
ese momento en que yo bailé,
y bailé, y bailé, y bailé,
y algo más fuerte que la música
me empujó en esa ebriedad melódica.

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