Llueve. Por eso podemos cantar bajo la lluvia.
Si la vida realmente fuera una obra de teatro, la lluvia sería el telón que cae al final de cada acto.
Hoy el telón cae y nos anuncia justo eso, un final al que sucederá un principio. Porque la lluvia tiene esa esencia mágica de vaciar las calles, limpiar las memorias y los recuerdos y dejarlo todo listo para empezar el siguiente acto.
sábado, 26 de septiembre de 2009
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