jueves, 12 de noviembre de 2009

Animal o asfalto a media luz.

El mundo de los sueños
ha llegado a ser clavel y llanto
en el tedioso noviembre.

Illici o los caballos del vino
son un marcapáginas
del itinerario sombrío
al borde de la madrugada
más extraña del siglo.

Y el lobo aúlla al viento impersonal.

Las alianzas son fuertes,
tienen rasgos orientales,
oxígeno solo fue un comienzo.

Abstracto.
Abstención del norte
en este invernal sur.

Seis de la tarde,
no sé cuantos de fiebre
en las caricias que nunca
le diste al barman incorregible.

Y el lobo cae herido por vocación.

Paulatinamente lo prosaico
se retira hacia la gravided
del polo oeste de tu verso.

Me engañaste más o menos
desde que yo declinaba latín
con la soltura de un pato.

Y el lobo deja de ser lobo
para mirar intrigado
(como luna)
el mundo bajo sus iris.

Y el lobo,
maldito agente financiero,
barrunta y argumenta.

Quiere ser humano
y solo consigue
que de su boca
salgan sonidos animales
que nadie,
nadie jamás,
entenderá.

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